Pese a haber cumplido una probation tras ser señalada como responsable de una estafa que dejó a cientos de estudiantes sin recibirse, hoy la referente libertaria ocupa una banca en el Congreso para representar al mismo público que perjudicó. Varias damnificadas aseguran que, además del engaño, recibieron presiones para silenciar sus reclamos.
El contraste entre su pasado reciente y su presente institucional se volvió un punto de tensión en la comunidad neuquina. Márquez ocupa ahora una banca destinada a representar a la ciudadanía, incluyendo a quienes quedaron atrapadas en el laberinto que ella misma contribuyó a generar. Para muchas exalumnas, ese ascenso político funciona como una herida abierta: sienten que la misma persona que frustró sus proyectos formativos hoy legisla sin haber saldado la deuda moral y material que dejó atrás.
En este contexto, las denuncias resurgen con un tono más áspero. No se trata solo de revisar responsabilidades administrativas ni de reabrir expedientes dormidos, sino de un reclamo ético que interpela al propio Congreso. Las víctimas exigen que, al menos ahora, se tome en serio lo que durante años fue minimizado o desplazado. La historia de los títulos truchos vuelve a escena como un recordatorio incómodo para la diputada y como una señal de que el tiempo no siempre sepulta las cuentas pendientes.





