La postulación de Nadia Márquez como referente de La Libertad Avanza en Neuquén generó un fuerte revuelo en el ámbito político provincial. La decisión, que llegó directamente desde Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem, dejó al descubierto la dependencia del armado neuquino respecto del centro porteño del espacio libertario y encendió las críticas por la falta de participación local en la definición de las candidaturas.
Según fuentes cercanas al espacio, la designación de Márquez fue “a dedo desde Buenos Aires”, sin consulta ni consenso con los referentes provinciales, lo que reavivó viejas tensiones internas. Dirigentes libertarios y sectores independientes de Neuquén expresaron su descontento ante lo que consideran una imposición externa que desconoce la realidad y la identidad política local.
El eje de la crítica apunta a la falta de representación genuina y a la idea de que las decisiones de La Libertad Avanza responden a intereses ajenos a la provincia. En un contexto donde el federalismo vuelve a estar en el centro del debate, la situación expone las dificultades del espacio oficialista para construir estructuras sólidas y con arraigo territorial más allá de la Capital Federal.
“Neuquén tiene dirigentes capaces y comprometidos con la realidad provincial. Pero una vez más, se decide desde Buenos Aires quién debe representarnos”, cuestionó uno de los referentes locales que pidió mantener el anonimato. La frase resume un sentimiento compartido en distintos sectores: el de una provincia que se siente marginada en las decisiones nacionales.
La figura de Márquez, vinculada a posturas conservadoras y con trayectoria en ámbitos religiosos y sociales, no es desconocida para la política neuquina. Sin embargo, su nombramiento bajo esta modalidad generó resistencias incluso entre simpatizantes libertarios, que reclaman una construcción política más horizontal y federal.
En este escenario, la designación abre un debate más amplio sobre el futuro del espacio libertario en el interior del país. Mientras desde Buenos Aires se busca consolidar una estructura partidaria unificada, en las provincias crece la demanda por mayor autonomía, participación y reconocimiento de las particularidades locales.
La polémica por la candidatura de Márquez, en definitiva, trasciende a la propia figura de la postulante: refleja una tensión histórica entre el centralismo porteño y el reclamo de federalismo real, una disputa que se mantiene vigente en cada armado político nacional que intenta proyectarse más allá de la General Paz.





