La candidata a senadora por La Libertad Avanza, no nació de un proyecto neuquino, sino que fue elegida a dedo desde Buenos Aires como parte de un armado político que responde a los intereses del centralismo porteño. En lugar de defender la autonomía y los recursos de la provincia, su candidatura plantea dudas sobre su lealtad a Neuquén y a sus habitantes.

Nadia Márquez, candidata a senadora por La Libertad Avanza en Neuquén, ha generado controversia por la forma en que fue designada: no como resultado de un proceso local ni de una construcción política en la provincia, sino como una imposición directa desde Buenos Aires. La decisión, impulsada por Karina Milei, hermana del presidente y principal estratega del oficialismo, refuerza la percepción de un armado político centralizado que poco tiene que ver con las necesidades e intereses neuquinos.

Esta designación “a dedo” ha despertado críticas entre dirigentes y votantes locales, que ven en Márquez una figura ajena a los debates históricos y las luchas por la autonomía provincial. En un contexto donde el federalismo vuelve a estar en discusión, su candidatura plantea serias dudas sobre su capacidad —y voluntad— para defender los recursos, la producción y los derechos de los habitantes de Neuquén frente a un gobierno nacional que ha tomado medidas adversas para las economías regionales.

Mientras tanto, sectores del oficialismo provincial y de la oposición local insisten en la necesidad de representantes genuinamente comprometidos con la provincia, y no con mandatos dictados desde el centro del poder. En ese marco, la candidatura de Márquez se convierte en un símbolo de la tensión entre una mirada localista y una agenda impuesta desde el centralismo porteño, cada vez más cuestionado en el interior del país.

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