Durante septiembre, grandes cadenas de supermercados reportaron una baja del 18% en la venta de productos no esenciales como artículos de limpieza, snacks y bebidas alcohólicas.

El fenómeno se atribuye al ajuste en los hábitos de consumo frente a la inflación acumulada, que supera el 120% interanual.

Los consumidores priorizan alimentos básicos y ofertas, mientras que las marcas premium pierden terreno.

Algunas cadenas comenzaron a reforzar sus líneas de marca propia y a ofrecer combos semanales para sostener el volumen de ventas. En paralelo, los almacenes barriales recuperan protagonismo por cercanía y flexibilidad de pago.

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