En su paso como ministro de Interior, el ahora candidato de Provincias Unidas planificó un sistema que renovó por completo el transporte público, logrando mayor eficiencia y reduciendo los costos del servicio. Se trata de la tarjeta SUBE, una herramienta vigente hasta hoy en día que utilizan millones de argentinos diariamente.
La implementación de la tarjeta SUBE marcó un antes y un después en la manera de viajar en la Argentina. Durante la gestión de Florencio Randazzo en el Ministerio del Interior, se impulsó este sistema que buscaba simplificar el acceso al transporte público y transparentar el uso de los subsidios. La herramienta no solo reemplazó al dinero en efectivo en colectivos, trenes y subtes, sino que también permitió un control más eficiente de los recursos.
El objetivo central era claro: brindar comodidad al usuario y, al mismo tiempo, mejorar la administración del sistema de transporte. Con la SUBE, millones de personas pudieron viajar de forma más ágil, evitando largas filas y problemas con el cambio. A su vez, el Estado ganó una herramienta clave para conocer la demanda real y direccionar las ayudas económicas de manera más justa.
Otro aspecto central fue la inclusión. La tarjeta se convirtió en un instrumento que garantizó descuentos y beneficios a estudiantes, jubilados y sectores vulnerables, consolidando un esquema que buscaba no solo modernizar, sino también democratizar el acceso al transporte. De esta forma, se articuló un sistema donde la tecnología estaba al servicio de la equidad.
Más de una década después, la SUBE sigue plenamente vigente y se ha transformado en una herramienta cotidiana en la vida de millones de argentinos. Su permanencia demuestra que se trató de una política pública sólida, capaz de trascender gobiernos y coyunturas, y que aún hoy es símbolo de eficiencia, planificación y modernización.





