Cada primavera, el pequeño pueblo de Chubut se cubre de colores gracias al cultivo de tulipanes que atrae turistas de todo el país. Pero detrás del espectáculo floral se esconde una historia única: la de los colonos galeses que, a fines del siglo XIX, optaron por integrarse plenamente a la nación argentina y redefinieron el mapa político y cultural de la región.
Trevelin, ubicado en el valle 16 de Octubre, es hoy conocido por su postal más emblemática: hectáreas enteras de tulipanes que pintan el paisaje con rojos intensos, amarillos brillantes y violetas profundos. El espectáculo natural convoca cada año a miles de visitantes, convirtiendo al lugar en un destino obligado para el turismo patagónico.
Sin embargo, el atractivo actual tiene raíces que van más allá de la belleza floral. La localidad fue fundada por colonos galeses que, tras instalarse en la región a fines del siglo XIX, enfrentaron una encrucijada histórica: mantenerse bajo influencia chilena o integrarse al Estado argentino. La decisión no fue menor, ya que definió no solo las fronteras políticas, sino también la identidad cultural del valle.
El plebiscito de 1902 marcó el rumbo definitivo. Los habitantes de Trevelin votaron por la soberanía argentina, un gesto que reforzó el sentido de pertenencia nacional y aseguró que la zona se consolidara como parte del mapa patagónico del país. Esa elección también selló un legado cultural que perdura hasta hoy, visible en las tradiciones, en el idioma galés que aún se transmite en algunas familias, y en las celebraciones que combinan raíces europeas con identidad argentina.
El cultivo de tulipanes, que comenzó como una práctica agrícola en pequeña escala, terminó por darle a Trevelin un sello distintivo y un motor turístico que crece año tras año. Entre el recuerdo de sus fundadores y el colorido espectáculo de cada primavera, el pueblo se convirtió en símbolo de integración cultural y en uno de los rincones más singulares de la Patagonia.





