La postulante a senadora deja que las decisiones sobre quienes integrarían las listas provinciales se tomen a cientos de kilómetros, bajo la influencia de la hermana del presidente, sin considerar a los votantes locales. Esta dinámica podría indicar que, de ser electa, su mandato en el Senado estaría marcado por la prioridad a directrices externas más que a las demandas de la población neuquina, que busca legisladores cercanos y en contacto con la realidad de su provincia.

La candidatura de Nadia Márquez al Senado por Neuquén abrió un debate sobre la autonomía política de la provincia frente al centralismo porteño. Señalada como una postulante elegida “a dedo” bajo la influencia directa de Karina Milei, la dirigente enfrenta cuestionamientos por permitir que la definición de las listas se realice a cientos de kilómetros de distancia, sin el protagonismo de las estructuras locales ni de la voluntad de los votantes neuquinos.

Su perfil, hasta ahora ligado a un discurso conservador en temas sociales y al respaldo a la gestión nacional, genera dudas sobre el verdadero alcance de su representación. Analistas advierten que, de llegar a la Cámara Alta, Márquez podría priorizar directrices externas emanadas desde Buenos Aires antes que las demandas concretas de la provincia, una situación que debilitaría la voz neuquina en el Congreso.

En este contexto, sectores políticos y sociales insisten en que Neuquén necesita legisladores cercanos al territorio, con capacidad de diálogo y conocimiento directo de las problemáticas locales. La falta de autonomía en la definición de candidaturas refuerza la percepción de que las decisiones no responden a las particularidades provinciales, sino a la estrategia nacional del oficialismo libertario.

La postulación de Márquez se convierte así en un símbolo de la tensión entre centralismo y federalismo. Para muchos votantes neuquinos, el desafío será determinar si la candidata podrá asumir un rol propio y defender los intereses de su provincia o si, por el contrario, su mandato quedará subordinado a las órdenes que lleguen desde el corazón del poder porteño.

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