En los últimos años, los parques y zonas verdes de las ciudades han pasado de ser simples áreas de recreo a convertirse en espacios clave para el bienestar de la población. Cada vez más ciudadanos valoran la posibilidad de contar con lugares abiertos para caminar, hacer deporte al aire libre o simplemente relajarse lejos del ruido del tráfico y la rutina diaria.

Diversos estudios señalan que el contacto con la naturaleza, incluso en entornos urbanos, ayuda a reducir el estrés, mejora la salud mental y fomenta la interacción social. Los parques, además, actúan como “pulmones verdes” que contribuyen a mejorar la calidad del aire y a mitigar el impacto del calor en los meses de verano.

Ayuntamientos de distintas ciudades están impulsando proyectos de recuperación y ampliación de estos espacios, conscientes de su importancia en la calidad de vida. Iniciativas como huertos urbanos, circuitos deportivos y programas culturales al aire libre están convirtiendo a los parques en auténticos puntos de encuentro comunitarios.

De cara al futuro, expertos urbanistas consideran que la planificación de nuevas zonas verdes será fundamental para afrontar los retos del crecimiento poblacional y el cambio climático. En este sentido, la integración de la naturaleza en las ciudades no solo responde a una demanda ciudadana, sino que se perfila como una estrategia imprescindible para construir entornos urbanos más sostenibles y habitables.

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