La nuez pecán se consolidó como un cultivo estratégico en el país: supera las 4.000 toneladas anuales, de las cuales siete de cada diez se exportan a mercados como la Unión Europea, Estados Unidos, Medio Oriente y, recientemente, China.

La historia del pecán en Argentina comenzó con Domingo Faustino Sarmiento, quien introdujo las primeras semillas provenientes de Estados Unidos. Con el paso de las décadas, el fruto encontró en los suelos argentinos un terreno fértil para expandirse y hoy se cultiva en al menos 13 provincias. La combinación de innovación tecnológica, genética adaptada y tradición familiar impulsó la consolidación del cultivo, que ya es visto como una apuesta de mediano y largo plazo.

Actualmente, el 70% de la producción nacional se destina a la exportación. Entre los principales compradores figuran la Unión Europea, Rusia, Medio Oriente y Estados Unidos, a los que se sumó recientemente China, un mercado considerado estratégico por su alta demanda. El crecimiento del sector también se refleja en alianzas entre viveros históricos, productores locales y proyectos de gran escala, que buscan potenciar la capacidad exportadora.

En paralelo, la nuez pecán gana espacio en el mercado interno con pymes y elaboradores que desarrollan productos con valor agregado, siguiendo un camino similar al del pistacho. Con un rendimiento pleno a partir del octavo año, el cultivo ofrece una proyección rentable y sostenible, respaldada por inversiones familiares y empresariales. Así, el fruto que llegó de la mano de Sarmiento se transformó en un motor productivo que combina innovación, tradición y expansión internacional.

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