En un mundo lleno de notificaciones y distracciones, concentrarse se vuelve cada vez más difícil. Pero con algunos cambios simples, podés entrenar tu mente para rendir mejor durante el día laboral.
Comenzá organizando tu espacio de trabajo. Un ambiente limpio, sin elementos innecesarios, ayuda a que la mente se enfoque. El desorden físico muchas veces refleja desorden mental.
Dividí tus tareas en bloques. Trabajar durante 25 o 50 minutos seguidos, con descansos breves entre medio, puede mejorar tu rendimiento. Durante ese tiempo, evitá revisar el celular o el correo.
Establecé prioridades. No todo es urgente. Hacer una lista de tres tareas clave por día ayuda a enfocarse en lo que realmente importa y evita el multitasking innecesario.
Finalmente, cuidá tu cuerpo: dormí bien, comé sano y movete. Una mente descansada y nutrida puede concentrarse más fácilmente. La concentración es un músculo: cuanto más la ejercitás, más fuerte se vuelve.




