Todos tenemos días en los que nos cuesta concentrarnos. Las distracciones son muchas, y cuando la mente salta de una cosa a otra, es difícil avanzar. Pero volver al foco es posible con algunas herramientas simples.

Una de ellas es el “reinicio rápido”: cerrá todo lo que estás haciendo, ponete de pie, respirá profundo y hacé una pausa de 2 minutos. Eso corta el patrón de dispersión y te ayuda a retomar con más claridad.

Otra estrategia es usar temporizadores: trabajar durante 25 minutos sin interrupciones, y luego descansar 5. Este método entrena tu atención y hace que te cueste menos entrar en estado de flujo.

También ayuda eliminar lo que sabés que te dispersa: redes sociales, notificaciones, múltiples pestañas abiertas. Tener solo lo necesario a la vista mejora el rendimiento.

Volver al foco no es magia. Es una práctica. Y cuanto más la repetís, más natural se vuelve. No se trata de estar concentrado todo el día, sino de aprender a volver cada vez que te perdés.

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