El blanqueo impulsado por Caputo busca captar dólares en negro, pero la desconfianza histórica y el contexto electoral lo frenan.


El “Plan Colchón” fue lanzado por el Gobierno con la promesa de dejar atrás el sistema punitivo y atraer miles de millones de dólares que los argentinos guardan fuera del sistema. Sin embargo, en el mercado creen que, al menos hasta las elecciones de octubre, la medida tendrá impacto marginal.

Al presentar el “Plan de Reparación Histórica de los Ahorros de los Argentinos”, el ministro de Economía, Luis Caputo, dijo que se trata de “un cambio de régimen”: “Esto entra en vigencia a partir del 1 de junio. Son diferentes medidas. Una que es para todos los ciudadanos, que son los nuevos umbrales y la desregulación de información hacia ARCA. Lo de la ley es algo que se hace para blindar a administraciones futuras”.

La propuesta consiste en eliminar controles fiscales considerados “absurdos”, facilitar el uso del dinero informal sin penalidades, y enviar al Congreso un proyecto de ley para blindar a los contribuyentes ante eventuales futuras persecuciones.

Pero el contexto no juega a favor. En un país donde la economía bimonetaria está atravesada por la inflación, el endeudamiento y décadas de desconfianza, el incentivo de “usá tu plata sin miedo” todavía no convence.

“Se busca atraer a los argentinos de bien a la formalidad”, dijo el vocero presidencial, Manuel Adorni, quien reforzó: “Tenemos que hacer que el Estado respete una verdad elemental. Tus dólares, tu decisión, lo tuyo es tuyo y podés hacer lo que quieras con esa plata”.

Desde el oficialismo apuntan a que el éxito del blanqueo esté atado a un buen resultado electoral. Si los libertarios ratifican su poder en las urnas, analistas estiman que podrían ingresar hasta US$10.000 millones al circuito formal, generando una recaudación adicional de $2 billones.

Para generar confianza, el titular de ARCA, Juan Pazo, aseguró: “No se puede filtrar información que no vamos a tener”, en referencia a la simplificación del régimen informativo.

Mientras tanto, el Gobierno refuerza su narrativa: “El objetivo del Estado ya no será perseguir al argentino de bien… Los esfuerzos estarán puestos en perseguir a los narcotraficantes y criminales que ven el delito como una forma de vida”.

El plan está en marcha, pero el veredicto del colchón, por ahora, está en suspenso.

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