La saturación del sistema público de salud tras la migración desde las prepagas y obras sociales generó un escenario de tensión extrema entre médicos, personal y pacientes, con agresiones crecientes y condiciones laborales críticas.
El sistema público de salud atraviesa una crisis sin precedentes. En las últimas semanas, se multiplicaron los episodios de violencia en hospitales, en un contexto de saturación de guardias, falta de personal, turnos eternos y tensión constante. El caso más extremo se vivió en la madrugada del domingo en el Hospital Rubén “Cacho” Caporaletti de José C. Paz, donde un conflicto terminó en un ataque a tiros.
El escenario es el resultado de una combinación explosiva. Desde que comenzó la desregulación del sistema de prepagas y obras sociales con la asunción del gobierno de Javier Milei, se produjo una migración masiva hacia el sistema público. La sobrecarga es evidente: en algunas jurisdicciones los hospitales ya absorben más del 40% de la demanda de salud, casi diez puntos más que hace un año.
Un relevamiento en 28 centros de salud del AMBA y otras provincias entre marzo y mayo muestra cifras alarmantes: se registraron más de un millón de consultas en guardias, con un 25% de los pacientes esperando más de dos horas en horario vespertino. En paralelo, las condiciones laborales de los trabajadores del sector se deterioraron: mientras la inflación anual supera el 70%, los aumentos salariales apenas alcanzaron el 40%.
La tensión acumulada se expresa en conflictos cuerpo a cuerpo. “Tengo 40 pacientes en tres horas. Ese paciente que espera varias horas reacciona con violencia”, reconoce Edgardo Knopoff, jefe del área programática del Hospital Piñero. La violencia, dicen los médicos, se ha naturalizado. “Ocurren hechos todos los días”, advierte Carlos Rojo, presidente de la Asociación de Médicos Municipales de la Ciudad.
Los médicos denuncian no solo agresiones físicas y verbales, sino también condiciones imposibles de trabajo. Turnos otorgados con meses de demora, sobreturnos forzados y prácticas irregulares como la reventa de turnos por parte de “turneros” agudizan la crisis. La línea 147, que centraliza la asignación de turnos, también genera malestar y desesperación entre los pacientes.
“Faltan médicos especializados. Las vacantes no se cubren porque los sueldos son paupérrimos, de 900 mil pesos. Hoy un médico tiene que tener cinco trabajos para subsistir”, asegura Jorge Mazzone, presidente del Colegio de Médicos bonaerense. La falta de profesionales provoca una atención deficiente y, en consecuencia, más agresiones por parte de los pacientes.
Lo que empezó como una reforma sanitaria por desregulación, terminó generando un cuello de botella sin precedentes. Con menos recursos, los hospitales deben atender más pacientes que nunca, en un contexto de inflación, judicialización del sistema y decisiones postergadas. La tensión ya no es solo estructural: se vive, todos los días, en cada pasillo hospitalario.





