El dólar, una de las monedas más influyentes del mundo, tiene sus raíces en el siglo XVI, cuando los colonizadores españoles introdujeron en América del Norte el «real de a ocho», conocido también como «dólar español». Esta moneda de plata se convirtió en una forma de intercambio común en las colonias debido a su estabilidad y aceptación en el comercio internacional. A medida que las colonias americanas se desarrollaban, el dólar español se popularizó, sentando las bases para la creación de una moneda nacional.
Con la independencia de Estados Unidos en 1776, surgió la necesidad de un sistema monetario propio. En 1792, el Congreso de EE. UU. aprobó la Ley de la Moneda, que estableció el dólar como la unidad monetaria oficial del país. Esta ley definió el dólar en términos de una cantidad específica de plata y oro, lo que ayudó a dar estabilidad a la nueva economía. Desde entonces, el dólar ha evolucionado, pasando por diversas reformas y cambios en su respaldo, pero siempre manteniendo su papel central en la economía estadounidense.
A lo largo del siglo XX, el dólar se consolidó como la principal moneda de reserva internacional, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se estableció el sistema de Bretton Woods. Este sistema vinculaba las monedas extranjeras al dólar, que a su vez estaba respaldado por oro. Aunque el patrón oro fue abandonado en 1971, el dólar se mantuvo como la moneda dominante en el comercio global y las finanzas internacionales. Hoy en día, es utilizado en transacciones de todo tipo y sigue siendo un símbolo de poder económico y estabilidad en el escenario mundial.




